Concentración Mental
El cerebro: comando central de la respiración
La respiración no depende de la voluntad; depende del cerebro. El tronco encefálico, en particular el bulbo raquídeo y la protuberancia, alberga los centros de control respiratorio que regulan ritmo, profundidad y equilibrio químico. Dos estructuras clave son el complejo preBötzinger y el núcleo parafacial, responsables de generar el ritmo respiratorio básico y coordinar la transición entre inhalación y exhalación.
Cuando una persona entrena la Respiración Mejorada, estos centros entran bajo supervisión cortical: el neocórtex —especialmente la corteza prefrontal— aprende a modular patrones automáticos.
Existen varios estudios que analizan el comportamiento del cerebro de acuerdo con ciertos patrones de respiración específicos. Uno en particular es Breathing Rhythm and Pattern and Their Influence on Emotion (el ritmo y el ciclo respiratorio y su influencia en la emoción), que explica como el ritmo respiratorio se relaciona con la habilidad de aprender y memorizar información. Se ha demostrado que el cerebro funciona mejor al inhalar para actividades como el aprendizaje y la reacción ante las circunstancias externas. Este estudio fue realizado en seres humanos por Jack Feldman, pionero de la neurociencia de la respiración, y describe entre otras cosas, que durante la inhalación la pupila se agranda y durante la exhalación se achica, refiere también un tiempo de reacción mejor a las circunstancias que pasan alrededor durante la inhalación y la habilidad de memorizar y aprender es significantemente mayor durante la inhalación que durante la exhalación.
El cerebro no funciona de la misma manera cuando inhalamos a cuando exhalamos, esto no quiere decir que sea deficiente mientras exhalamos, pero no funciona tan bien en cuanto a memorizar información. La explicación para que el cerebro funcione mejor durante la inhalación tiene que ver con el sentido del olfato, que es el sentido más antiguo que tenemos, el sentido del olfato está configurado para detectar las sustancias del ambiente, y como es obvio para llevar esta información al cerebro a través del sentido del olfato debemos inhalar. La inhalación activa la región del cerebro llamada la corteza piriforme, y estimula la actividad del hipocampo área involucrada en la memoria y el aprendizaje. Casualmente, los comandos de fuerzas especiales que hacen parte de equipos de reconocimiento tienen un entrenamiento riguroso para poderse infiltrar tras las líneas enemigas sin ser detectados. Están preparados para hacer un análisis rápido del terreno empleando el ciclo OODA (Oler, Observar, Decidir y Actuar).
Otro estudio denominado “Enhanced Human Memory Consolidation With Post-Learning Stress: Interaction With the Degree of Arousal at Encoding” (Consolidación de la memoria humana mejorada con estrés posterior al aprendizaje: interacción con el grado de excitación en la codificación) de Larry Cahill, relaciona los efectos en el aprendizaje cuando en una persona se activa la excitación autónoma, es decir, cuando se aumenta la actividad en el sistema simpático, y se entra en un estado de alerta, se aumenta la frecuencia cardíaca, se dilatan las pupilas, se aumenta la presión arterial, hay segregación de cortisol, adrenalina y noradrenalina. La elevación controlada de la excitación autónoma es un estado ideal después de haber estado expuesto a la información que queremos aprender ya que se aumenta la memoria para recordar la información y la memoria para aprender los detalles de esta información; en otras palabras, se mejora la habilidad de memoria y aprendizaje del individuo.
Por lo expuesto previamente, si hacemos respiración nasal con un especial énfasis en las inhalaciones mientras estamos leyendo o estudiando, nuestra habilidad de memorizar y aprender cosas nuevas se incrementa, incluso para este tipo de actividades (exclusivamente) podemos hacer más prolongadas las inhalaciones que las exhalaciones. Una recomendación antes de empezar a estudiar es hacer 5 minutos del protocolo memoria 5/4 (descrito en el capítulo 3) para establecer este patrón de respiración durante el periodo de estudio y realizar un protocolo Kapalabhati al finalizar de estudiar con el fin de activar la excitación autónoma y de esta forma aumentar la memoria para recordar la información estudiada.
Esa capacidad de influir sobre un proceso involuntario reconfigura el cerebro entero:
- La amígdala reduce su reactividad al estrés.
- El cuerpo estriado mejora la coordinación motora.
- El hipotálamo equilibra la respuesta hormonal.
- El nervio vago transmite señales de calma al corazón y a los órganos internos.
La concentración mental es la capacidad de mantener la atención sostenida sobre una sola tarea, pensamiento o sensación sin dispersar la energía mental. En la doctrina Breathe Like a Warrior (BLW), esta habilidad se entrena desde la fisiología. El entrenamiento autógeno, cuando se combina con patrones respiratorios específicos, induce una sincronización entre el sistema nervioso central y el autónomo. Durante la práctica, la respiración lenta, nasal y rítmica reduce la actividad de la amígdala y activa el nervio vago, generando un estado de calma alerta. Ese equilibrio permite que el flujo sanguíneo cerebral se dirija hacia las áreas de control ejecutivo —como la corteza prefrontal—, aumentando la claridad cognitiva y la estabilidad emocional.
En términos neurofisiológicos, el entrenamiento autógeno con respiración mejorada reduce la interferencia cortical y favorece la comunicación entre las redes atencionales del cerebro. En la práctica BLW, esto se traduce en concentración sin tensión: el cuerpo relajado, la mente estable y la respiración marcando el ritmo de la precisión mental.
Por eso decimos que la concentración mental nace del control respiratorio. El cerebro deja de ser un órgano reactivo y se convierte en un centro de comando adaptativo, capaz de dirigir las demás dimensiones del desempeño humano. No se trata de pensar diferente, sino de oxigenar diferente.
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